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2024-11-07
Historia de la literatura española en 10 minutos.
Las primeras obras de la literatura española fueron escritas durante la Edad Media.
El Cantar del Mío Cid, del que no se conoce su autor,
es la primera obra escrita en verso,
en lengua castellana.
Es un cantar de gesta donde se narran las hazañas del Cid Campeador.
"Y de los labios de todos sale la misma razón.
¡Qué buen vasallo sería, si tuviese buen señor!"
Gonzalo de Berceo vivió en el convento de San Millán de la Cogolla,
donde escribió Los milagros de Nuestra Señora.
Su obra pertenece al Mester de Clerecía,
literatura medieval compuesta por los clérigos,
cuya finalidad es enseñar la fe cristiana de una forma amena y entretenida.
El siglo XV supone un puente entre la Edad Media y el Renacimiento,
si bien se continúa con los mismos patrones medievales,
es decir, lo didáctico y los temas religiosos.
El poeta castellano Jorge Manrique escribe las Coplas a la muerte de su padre,
en las que hace una reflexión muy bella y profunda sobre la brevedad de la vida y la finitud de los bienes terrenales.
"Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir.
Allí van los señoríos, derechos a se acabar y consumir".
Fernando de Rojas compuso La Celestina durante el reinado de los reyes católicos.
La obra gira en torno al amor de Calisto y Melibea,
dos jóvenes ociosos cuya relación es propiciada por la alcahueta Celestina.
El Renacimiento impone una división entre lo natural y lo sobrenatural,
frente a la Edad Media donde lo religioso intervenía siempre.
En este periodo se valora la vida material, sus placeres y la belleza del paisaje y la naturaleza.
Destacan tres tipos de poesía:
Profana, estética y mística.
La poesía profana está representada por Carcilaso de la Vega,
hombre culto y elegante sirvió en la corte de Carlos I. Escribe sobre temas amorosos y pastoriles.
A la poesía estética pertenece Fray Luis de León.
Fue expulsado de la Universidad de Salamanca por el proceso que le abrió la Inquisición tras su bella traducción del bíblico Cantar de los Cantares.
Después de varios años en prisión fue readmitido de nuevo y es célebre la frase como decíamos ayer,
con la cual inició su primera clase.
En la poesía mística destacan San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús.
De esta última es famoso el fragmento de uno de sus poemas en el que expresa su ardiente deseo de alcanzar la unión perfecta con Dios.
"Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero".
A caballo entre el Renacimiento y el Barroco tiene lugar el nacimiento de la novela picaresca con El Lazarillo de Tormes,
de autor desconocido.
Nace así la figura literaria del "Pícaro",
que dio lugar a posteriores novelas del mismo género como Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán,
o La vida del Buscón,
llamado Don Pablos, de Quevedo.
Miguel de Cervantes nace y se forma en el Renacimiento, pero vive y muere en el barroco.
Es considerado el padre de la novela moderna.
Tras dejar incompleta La Galatea y escribir una serie de novelas ejemplares,
llega a la cima de su talento con El Quijote,
publicado en 1605, en la que su protagonista,
Alonso Quijano, aficionado a los libros de caballería,
pierde el juicio y sale por los caminos con su caballo Rocinante y su escudero Sancho para imponer la justicia según las normas de caballería.
La novela comienza con esta célebre frase:
"En un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme,
no ha mucho tiempo vivía un hidalgo de los de lanza en astillero,
adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor".
En el siglo XVII,
frente al idealismo y el optimismo del Renacimiento,
surge el escepticismo y el pesimismo del barroco. Comienza una lenta pero progresiva decadencia del imperio español en el campo militar y diplomático.
Hay un auge de la poesía culta que busca lo artificioso y refinado.
Góngora utiliza un lenguaje cargado de latinismos llamado culteranismo y Quevedo,
considerado el gran poeta del amor de este siglo,
con un lenguaje denominado conceptista,
juega con el doble sentido de las palabras.
Es famosa la rivalidad entre ambos y los versos en los que Quevedo parodia la nariz de Góngora.
"Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa,
érase un elefante boca arriba".
En teatro, Lope de Vega es el autor más popular del barroco con una abundante producción.
Renueva el género teatral componiendo sus obras de acuerdo al tiempo que le ha tocado vivir.
Entre ellas destacan las comedias de Capa y Espada.
Su producción lírica es también muy valiosa como los primeros versos del romance El solitario:
"A mis soledades voy, de mis soledades vengo, porque para andar conmigo me bastan mis pensamientos".
El otro gran autor teatral del Barroco es Calderón de la Barca,
que crea un teatro más filosófico, aportando mayor hondura y reflexión en sus personajes.
En La vida de sueño destaca el sublime soliloquio de Segismundo.
"Una ilusión, una sombra, una ficción,
el mayor bien es pequeño, que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son".
En el siglo XVIII con el rey Felipe V se instaura la dinastía borbónica y se entra en el siglo de las luces,
llamado así por el movimiento de la ilustración que nace en Francia.
Se retorna a los clásicos con un fin didáctico moral.
Las Fábulas de Iriarte y Samaniego, protagonizadas por animales, son un claro ejemplo de ello.
Cadalso escribe Las Cartas Marruecas,
novela epistolar en la que reúne una colección de ensayos sobre el atraso cultural,
social y material de España.
A comienzos del siglo XIX surge el romanticismo como reacción al racionalismo ilustrado de la época anterior.
Existe un ansia de libertad y de expresión de los sentimientos.
Se rechaza al mundo real y se da rienda suelta a la imaginación y a la fantasía,
expresión de la rebeldía propia de la juventud.
Los poetas más representativos son Espronceda y Bécquer.
José de Espronceda escribe sus mejores poemas tras entrar en contacto con el romanticismo inglés.
Siente predilección por los tipos marginales, como ocurre en su poema La canción del Pirata:
"Con diez cañones por banda, viento en popa y a toda vela,
no corta el mar sino vuela un velero bergantín".
Por su parte, Gustavo Adolfo Bécquer,
considerado el iniciador de la Poesía Moderna,
tiene un estilo sencillo e intimista.
"Volverán las oscuras golondrinas de tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con las alas en los cristales jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban, aquellas que aprendieron nuestros nombres, esas no volverán".
Frente al Romanticismo, el Realismo busca la representación objetiva de la realidad.
El Naturalismo lo hará de una forma detallista y extrema.
En este periodo el género literario más utilizado es la novela,
destacando dos autores, Benito Pérez Galdós y Leopoldo Alas Clarín.
Galdós, autor muy prolífico, escribe los Episodios nacionales que recorren la historia desde la batalla de Trafalgar en el año 1805,
hasta la restauración monárquica en 1874.
Otras novelas suyas son La Fontana de Oro y Fortunata y Jacinta.
Clarín, crítico literario y autor de La Regenta,
es el principal representante del Naturalismo en España.
El Modernismo se caracteriza por la búsqueda de la belleza formal.
Surge en Hispanoamérica con la publicación de la obra Azul del poeta nicaragüense Rubén Darío.
En España el principal poeta modernista fue Juan Ramón Jiménez que escribe Platero y yo:
"Platero es pequeño, peludo, suave;
tan blando por fuera que se diría todo de algodón,
que no lleva huesos".
Los autores de la Generación del 98 quieren renovar la sociedad,
se les preocupan los problemas de España.
Con la pérdida de las últimas colonias de Cuba y Filipinas en el año 1898,
Azorín, Baroja y Ramiro de Maeztu proponen soluciones radicales que con el tiempo se irán moderando.
Su lenguaje se caracteriza por ser sencillo, ágil y comunicativo.
A estos tres primeros se irán sumando autores como Miguel de Unamuno,
Antonio Machado y Valle-Inclán.
Pío Baroja escribe numerosas novelas,
entre las que destacan El árbol de la ciencia,
Zalacaín el aventurero y Las aventuras de Shanty Andía,
ambientadas las dos últimas en el País Vasco.
El camino fue una referencia constante en la poesía de Antonio Machado.
"Caminante, son tus huellas el camino y nada más. Caminante, no hay camino, se hace camino al andar.
Al andar se hace camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino, sino estelas en la mar".
La generación del 27 debe su nombre a la celebración del tercer centenario de la muerte del poeta Góngora,
cuya obra admiraron.
Entre ellos destacan Federico García Lorca, Rafael Alberti, Vicente Alexandre y Luis Cernuda.
En su primera época García Lorca destaca por el Poema del Cante Jondo y el Romancero Gitano,
y sus poesías están influidas por la lírica popular andaluza.
"Verde que te quiero verde, verde viento,
verde ramas, el barco sobre la mar y el caballo en la montaña".
Una vez finalizada la Guerra Civil aparecen los novelistas de la llamada Literatura de posguerra.
Camilo José Cela, autor de La familia de Pascual Duarte,
inaugura un nuevo estilo literario llamado tremendismo,
en el que se deforma la realidad al destacar lo más desagradable.
Miguel Delibes, con La sombra del ciprés es alargada, refleja el desolado mundo de la posguerra.
Sus personajes aparecen desorientados, tristes y frustrados.
Ramón J. Sender escribe en el exilio la novela Réquiem por un campesino español,
en la que trata el tema de la guerra civil.
A partir del año 1955 se entra en la etapa del Realismo Social,
se tratan realidades sociales concretas denunciando sus injusticias.
Destacan las novelas El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio y Entre visillos de Carmen Martín Gaite.
Blas de Otero y Gabriel Celaya escriben una poesía social incomprometida con la finalidad de intentar cambiar la realidad social del momento.
La década de los 60 se caracteriza por una literatura experimental.
Se busca un cambio y una renovación en la forma de componer.
En 1962 se publica Tiempo de silencio,
de Luis Martín Santos, que será el punto de partida para esta nueva etapa de la que forman parte autores como Juan Goytisolo con Señas de identidad y Juan Benet con Volverás a Región.
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