西语助手
2025-01-22
La pregunta que yo recibo muy a menudo es: "¿Podemos entrenar nuestro cerebro para vivir mejor?
¿Es verdad que puedo cambiar mis habilidades,
que puedo tener mejor humor y que puedo quitarme la inseguridad que siento,
que puedo ser menos tímido o menos tímida,
que puedo gestionar mejor lo que me pasa a nivel emocional?".
Y la respuesta rotunda es que sí, que podemos,
que nuestro cerebro se entrena, que podemos cambiar nuestras conexiones neuronales.
Y eso es algo que, por suerte, lo tenemos ya al alcance.
Existen entrenamientos cerebrales para cambiar cómo nos sentimos,
lo que hacemos, nuestro tipo de pensamientos y,
en definitiva, para vivir mejor.
El comprender que nuestro cerebro tiene un grado de evolución menor al que nosotros necesitamos hoy en día es un punto de partida importante para saber que nosotros tenemos que programar nuestro cerebro para que nos dé aquello que de manera natural no nos da.
Y nosotros, por biología, estamos formateados,
estamos programados, para que nuestra primera prioridad a nivel cerebral sea defendernos de las amenazas.
Pero eso nos deja fuera de algo que es importantísimo hoy en día,
que es aprovechar las oportunidades:
que nuestro cerebro nos dé el impulso para ir a conseguir aquello que nos va a hacer crecer y que puede que sea una novedad.
Pero nuestro cerebro, de manera biológica,
está programado para hacernos sentir temor ante cualquier situación que sea novedosa y que él no pueda identificar cuál es el resultado de esa situación.
En el día a día, nos ocurre todo el tiempo:
tener que entregar un proyecto, exponernos a algo,
un cambio profesional, un cambio personal,
exámenes...
Todo eso son amenazas para nuestro cerebro porque le exigen hacer algo que él no puede anticipar cómo va a terminar.
Aristóteles dijo una frase con la que yo estoy muy de acuerdo y dijo:
"El miedo no es sino la anticipación del sufrimiento por que algo salga mal".
Pero no deja de ser eso.
Es una anticipación, una duda de si algo va a salir mal.
Y fijaos en que la mayoría de las veces todo lo que nos cuenta nuestro cerebro y todo el miedo que nos mete,
en realidad, no sale mal.
Hay dos grandes circuitos cerebrales.
Uno tiene que ver con el circuito del miedo cerebral,
que nos defiende, y otro tiene que ver con el circuito de la oportunidad o de los beneficios de intentar cosas.
Ese otro circuito, que tiene que ver con el circuito de recompensa,
se activa si nosotros somos capaces de calmar a nuestro cerebro y hacer que ese circuito de alarma no esté tan activo y pueda conectar áreas de nuestro córtex prefrontal,
que es donde está este otro circuito de oportunidad.
Desde el punto de vista cerebral, todos tenemos acceso a algo,
que ahora se sabe, que es poder llevar a nuestro cerebro a una incomodidad que es una incomodidad determinada y mantenerlo en esa incomodidad y que él empiece a generar una neuroquímica que nos hace más fácil atravesar ese miedo.
El estrés es necesario para que nosotros logremos hacer algo que se sale de lo normal.
Cualquier situación que te hace sentir incómodo porque sabes que tienes que sacar algo de ti que te exige.
Y eso es muy bueno, porque desde el punto de vista cerebral nuestro cerebro se reprograma,
se desarrolla, si nosotros le pedimos estas cosas.
Si no se las pedimos, se quedaría siempre igual.
Es decir, nuestro cerebro está muy cómodo cuando hace cosas de una manera automática y las sabe hacer muy bien.
Bueno, pues, cuando a nuestro cerebro lo forzamos a ir a un lugar incómodo,
ahí es donde empiezan a pasar cosas.
Hay un estudio que a mí me gusta mucho, en la Universidad de Harvard, en este caso.
Este estudio lo que ha demostrado es qué ocurre si nosotros reprogramamos nuestro cerebro y le damos un significado diferente al estrés.
Qué ocurre si nosotros le damos un significado diferente a tener un corazón latiendo fuerte,
a estar transpirando o a tener una respiración más acelerada.
Qué pasa si a nuestro cerebro le decimos que en vez de que eso es negativo y que lo que hay enfrente es una amenaza...
Qué pasa si le decimos que eso es positivo.
¿Cambiará algo?
Y fijaos en que es muy interesante porque, efectivamente, cambia.
Lo que ahora sabemos, porque se estudia por resonancia magnética funcional,
que es la manera que tenemos de hacer imágenes de nuestro cerebro,
y también con electroencefalogramas,
que es la manera que tenemos de leer nuestra electricidad cerebral y ver qué frecuencias está sintonizando,
si sintoniza las de la calma o no...
Bueno, pues lo que se sabe ahora es que,
si nosotros hacemos el ejercicio de pensar que,
cuando tienes esos síntomas, lo que haces es tener el mensaje de que ese es mi cuerpo trabajando para mí,
para hacer frente a este evento, todo cambia.
Tu cerebro, en vez de verlo como un acto de supervivencia,
lo ve como un acto de poder, porque hay dos tipos de estrés.
Está el estrés positivo, que se llama "eustrés",
y el estrés negativo que sí que nos daña,
que se llama "distrés".
Pues fijaos, hay dos variables que es necesario que estén presentes para que nuestro estrés se mantenga positivo y sea eustrés.
Una de las variables es que nosotros tengamos muy claro y le digamos a nuestro cerebro cuál es el beneficio que hay detrás de ese estrés que estamos sintiendo.
Dónde me lleva, qué gano yo poniendo a mi sistema fuera de esta zona de confort.
Y, en segundo lugar, limitar el tiempo al que está sometido al estrés.
No hay ningún estrés positivo que, alargado durante mucho tiempo,
pueda mantenerse positivo, pero, si tú mantienes el estrés en un periodo determinado de tiempo y tu cerebro lo sabe,
ahí estás haciendo que tu estrés sea positivo.
Y esto, muchas veces, lo único que necesita es que nosotros seamos conscientes de que esta situación es incómoda,
estoy estresado, pero va a durar equis horas,
equis días...
Puede durar meses, puede ser una situación laboral que te dure más tiempo,
pero siempre y cuando tu cerebro sabe que va a tener un fin,
estás cayendo en estrés positivo.
Nosotros, cada uno de nosotros, somos capaces de hacer algo a nivel cerebral,
con ejercicios, para poder brillar con las capacidades que cada uno de nosotros tenemos y que no necesariamente están saliendo a la luz.
Y creo que, en el futuro, será algo que veamos muy normal.
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