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Cada día, se consumen más de trece millones de bolsas de Doritos en todo el mundo.

Su crujido irresistible, ese delicioso polvo de queso,
y su sabor adictivo lo convierten en uno de los snacks más populares del planeta.

Pero, ¿alguna vez te has preguntado cómo se fabrican realmente?

¿Qué los hace tan adictivos?

Pues bien, hoy viajaremos a Georgia,
Estados Unidos, hogar de la mayor fábrica de doritos del mundo,
donde cada día se producen más de diez toneladas de chips listos para ser empacados, distribuidos y devorados.

Así que prepárate, porque hoy vas a descubrir cómo se producen de forma masiva los doritos.

¡Comenzamos!

Paso número uno.

Recolección del maíz.

Todo comienza en los enormes campos de maíz.

En una sola hectárea de estos cultivos puede haber más de sesenta mil plantas,
y cada una puede producir entre una y dos mazorcas llenas de granos listos para convertirse en chips.

Doritos trabaja exclusivamente con proveedores certificados,
que cultivan una variedad especial de maíz con el nivel justo de almidón, humedad y dureza.

Esto asegura una masa firme, un crujido perfecto y un sabor consistente lote tras lote.

Cuando el grano alcanza su punto óptimo de madurez, comienza la cosecha.

Enormes cosechadoras automatizadas recorren los campos a gran velocidad,
recogiendo mazorca por mazorca sin detenerse.

Estas máquinas separan los granos en tiempo real y los depositan directamente en compartimentos internos,
ahorrando horas de trabajo manual.

En una sola hora de trabajo, estas cosechadoras pueden recolectar más de veinte toneladas de maíz,
avanzando a través de los campos, con una eficiencia milimétrica.

Cuando se llenan, descargan su contenido en camiones de carga gigantescos,
que transportarán las toneladas de maíz recién recolectado directamente hasta la fábrica,
donde comenzará el verdadero proceso de transformación.

Paso número dos.

Llegada a la fábrica y preparación de la masa.

Una vez que los camiones llegan a la fábrica, comienza el trabajo intenso.

Cada unidad descarga toneladas de maíz recién cosechado en enormes depósitos de acero inoxidable,
donde el grano inicia su transformación.

Primero, se somete a un proceso de limpieza industrial.

Poderosos sistemas de aire, vibración y filtrado eliminan cualquier resto de mazorca,
polvo, piedras o impurezas que hayan llegado desde el campo.

El objetivo es dejar el grano completamente limpio y listo para cocinarse.

Luego viene la nixtamalización, un proceso milenario adaptado a escala industrial.

Aquí, el maíz se cuece en tanques gigantes con agua caliente y cal,
lo que permite ablandar el grano, realzar su sabor,
facilitar su molienda y mejorar su valor nutricional.

Una vez cocido, se enjuaga nuevamente y se traslada a molinos industriales,
donde se tritura hasta formar una masa espesa,
uniforme y sin grumos.

Este paso es fundamental: si la masa queda muy seca,
los chips se quiebran.
Si queda muy húmeda, no se fríen bien.

Por eso, sensores inteligentes y operarios expertos controlan en tiempo real la temperatura,
la humedad y la textura.

Con la masa en su punto exacto, es hora de darle forma a miles de doritos.

¡Vamos a verlo!

Paso número tres.

Moldeado de los chips.

Con la masa ya preparada comienza uno de los pasos más satisfactorios del proceso,
darle forma a los doritos.

La masa se extiende sobre una cinta transportadora en forma de una lámina continua,
delgada y perfectamente nivelada.

Esta lámina avanza sin pausa hacia una cortadora rotativa gigante,
equipada con moldes triangulares de acero inoxidable.

Cada molde corta la masa con precisión quirúrgica, generando miles de triángulos por minuto.

El tamaño de cada chip está calculado al milímetro:
cinco centímetros por lado y un milímetro de grosor promedio,
todo pensado para que quepan en la boca,
no se rompan al mojarse en salsa y generen ese crujido característico con cada mordida.

Las máquinas trabajan a toda velocidad,
más de seis mil chips por minuto, alineados uno tras otro como si fueran piezas impresas en masa.

Una vez cortados, los triángulos crudos pasan a una cinta elevadora que los llevará directo a la zona de cocción.

Aunque ya tienen su forma, todavía no tienen color, ni sabor, ni textura.

Son solo triángulos de masa cruda, así que ahora llega el momento de darle vida a cada chip y convertirlos en los doritos que todos conocemos.

Paso número cuatro.

Horneado y fritura.

Ahora que los chips ya tienen forma,
llega el momento de convertirlos en algo comestible, crujiente y dorado.

Primero, los triángulos pasan por un horno industrial a más de trescientos grados celsius,
donde se hornean durante unos minutos.

Este horneado inicial no los dora ni les da sabor,
pero sí elimina la humedad interna,
endurece su estructura y los deja listos para resistir el aceite caliente,
sin romperse ni doblarse.

Después de salir del horno, los chips pasan directamente a la zona de fritura,
una cinta transportadora que los sumerge durante pocos segundos en una piscina de aceite vegetal caliente.

Ahí es donde ocurre la magia: los doritos se inflan levemente,
se doran de forma uniforme y desarrollan su textura ultra crujiente.

El sonido, la resistencia y el mordisco, todo se define en ese momento.

El aceite se filtra y renueva constantemente para mantener su pureza y evitar sabores extraños.

Una vez fritos, los chips suben por cintas inclinadas,
que permiten que el exceso de aceite escurra por completo.

Ahora que están perfectamente fritos y ultra-crujientes,

llega el paso más importante de todos:
añadirles el sabor que los hace irresistibles.

Paso número cinco: añadido del sabor.

Llegamos al paso más esperado: añadirles el sabor que los hace únicos y adictivos.

Los doritos pasan por enormes tambores giratorios que funcionan como una especie de lavadora de snacks pero con condimentos.

Dentro de estos tambores, una fina niebla de polvo savorizante cubre cada chip por completo,

mientras giran suavemente para que el condimento se adhiera de forma pareja.

Cada sabor tiene su fórmula secreta,
desarrollada por tecnólogos de alimentos en laboratorios especializados,
el clásico de queso, el explosivo Flamin' Hot,
los irresistibles de barbacoa y cientos de variantes más que cambian según el país.

La mezcla está calibrada con precisión para lograr el equilibrio exacto entre sal, acidez, picante y dulzor.

Y no es casualidad que el polvo se quede en tus dedos.

Según estudios de Frito Ley, esa sensación aumenta la conexión emocional del consumidor con el producto y lo hace querer más.

Incluso, hay sistemas que verifican la cantidad de sabor aplicado por Lotte para que cada bolsa tenga la misma intensidad de sabor,
sin importar si la compras en México, Estados Unidos o Japón。

Con su forma, su crujido y su sabor,
los doritos están prácticamente listos,
pero antes de llegar a tus manos, todavía tienen que superar una última prueba.

Paso número seis: inspección y control de calidad.

Aunque ya están fritos, sazonados y listos,
los doritos todavía no pueden ser empacados,
antes tienen que pasar por uno de los filtros más exigentes de todo el proceso, el control de calidad.

Los chips avanzan a toda velocidad sobre cintas transportadoras,
mientras un sistema de cámaras de alta resolución y sensores ópticos analiza cada dorito,
uno por uno, buscando cualquier defecto.

Si algo no cumple con los estándares, se expulsa automáticamente de la línea y se envía a reciclado.

Pero no todo es automático.

Operarios expertos toman muestras aleatorias de cada lote y evalúan:
color, textura, grosor, aroma y hasta el sonido al romperse.

Sólo los doritos que superan todas estas pruebas continúan su viaje,

los demás no llegan nunca a la bolsa.

Y ahora que han sido aprobados, es momento de sellarlos, empacarlos y mandarlos al mundo.

Paso número siete: envasado y distribución.

Una vez superado el control de calidad, los doritos finalmente están listos para ser empacados.

Los chips aprobados bajan por tolvas metálicas hacia máquinas empacadoras automáticas que funcionan sin pausa。

Cada bolsa se llena con la cantidad exacta de producto,
se inyecta con nitrógeno para conservar el crujido,
y se sella al vacío en milésimas de segundo。

Luego las bolsas se etiquetan, se agrupan en cajas y se cargan en camiones refrigerados.

Desde allí, viajan hacia supermercados,
gasolineras, tiendas, estadios y máquinas expendedoras de todo el mundo。

Y lo más impresionante, desde que el grano entra en la fábrica hasta que el dorito está empacado,
pueden pasar menos de treinta minutos.

Todo está cronometrado al segundo para que el producto llegue fresco, perfecto y con el sabor justo.

Y así es como un simple grano de maíz se transforma en uno de los snacks más famosos del planeta.

Para terminar, cuéntanos, ¿te ha sorprendido el proceso de fabricación de los Doritos?

¿Cuál es tu sabor favorito?