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Tras una semana ausente, el pingüino rey retorna a la isla para reencontrarse con su colonia.

Ha viajado cientos de kilómetros y buceado a más de 100 metros de profundidad para procurarse su dieta de peces y crustáceos pequeños.

Entre tantos cuerpos blanquinegros adornados de amarillo,
el pingüino busca a la pareja que eligió para esta temporada.

Allí está, incubando el huevo entre sus patas.

Ahora que llegó, podrá relevarla para que ella vaya a alimentarse.

Se alternan así durante dos meses, hasta que el huevo eclosiona.

Y siguen turnándose para alimentar y cuidar a la cría recién nacida.

A las pocas semanas, el pichón deja el núcleo familiar.

Lo esperan en la guardería otros pingüinos de su edad.

Entre todos se abrigan y protegen durante los largos meses en que cambian el suave plumón marrón por un plumaje adulto.

Pronto será el momento de sumergirse en el océano y empezar su propia aventura.