西语助手
2024-05-21
¡Hola, amigos viajeros!
El Vlog de Una Mochila está de nuevo con vosotros.
Esta vez solo hemos podido pasar un día en la capital de Chile antes de nuestro próximo gran viaje,
así que os lo advertimos de antemano,
va a ser muy intenso y es que no nos vamos a perder nada de lo más importante.
¿Listos?
Pues entonces ¡a volar!
Santiago de Chile, o simplemente Santiago,
se extiende a lo largo del valle del río Mapocho a una altura de 542 metros y es abrazada por los majestuosos Andes.
El primer nombre de esta ciudad fue Santiago de la Nueva Extremadura,
en honor al apóstol Santiago y al lugar del nacimiento de Pedro de Valdivia,
que fundó la capital chilena en 1514.
Lo primero que llama la atención en la ciudad es un gigantesco rascacielos de 64 pisos,
la Torre Costanera.
Es difícil no percatarse del edificio más alto de toda Sudamérica.
Esta construcción alberga hasta 29 ascensores que se elevan a una altura de 300 metros.
Y atención a este lujoso palacio de estilo neoclásico francés que solía pertenecer a una de las familias más poderosas de la ciudad.
Tiene 50 habitaciones, una biblioteca, una bodega, una galería de arte y un parque de 4 hectáreas.
Parece que la élite chilena no vivía mal en el siglo XIX.
El aroma de los pasteles frescos nos lleva hasta la icónica Pastelería Torres,
fundada en 1879.
Esta cafetería es una de las más antiguas de Santiago y siempre ha sido uno de los lugares favoritos de la élite política e intelectual local.
Aquí se inventó el famoso sándwich Barros Luco,
un delicioso bocadillo de carne y queso fundido que homenajea al que fue un asiduo cliente,
el presidente Ramón Barros Luco.
Y este es el Palacio de la Moneda.
Hoy en día es la residencia oficial del presidente de Chile.
Su fachada norte fue dañada durante el derrocamiento de Salvador Allende en 1973.
Hoy parece que todo anda tranquilo en el Estado chileno e incluso los guardias están felices posando y sonriendo a los turistas.
Seguro que el presidente no está en casa.
Caminando por el centro de Santiago te invade una atmósfera relajada y agradable.
Gracias a las amplias y limpias avenidas y su arquitectura monumental,
la ciudad es espaciosa y con mucha luz.
La verdad es que resulta un poco inusual para una capital en cuya zona metropolitana viven 7 millones de almas,
el 40% de la población total del país.
¿Y este de aquí será Pedro de Valdivia otra vez?
Ah no, le falta el caballo.
Es Jorge Alessandri, uno de los presidentes más populares de la República chilena y considerado uno de los modernizadores de la economía del país.
Nuestro camino prosigue por la concurrida calle peatonal Bandera.
En tiempos de la emancipación chilena,
aquí se ubicaba una tienda de banderas cuyo propietario izaba la estrella solitaria con cada victoria de los independentistas.
Y ahí quedó el nombre.
En el pasado, esta calle fue el punto de encuentro de la bohemia chilena.
Escritores, poetas y artistas se daban cita en sus bares y cabarés.
Hoy en día alberga uno de los museos de arte precolombino más importantes del mundo,
con más de 3.000 objetos.
Si tienes tiempo, no dudes en visitarlo.
Nuestra siguiente parada es la plaza principal de la ciudad, la Plaza de Armas.
Aquí es donde late el corazón de Chile, al ritmo de los chinchineros.
Estos fascinantes artistas callejeros combinan la percusión con bailes,
giros y una espectacular sincronicidad y arte.
La cabeza da vueltas al observarlos.
Huyendo de un sol sofocante, nos fuimos a cambiar de aires a la Catedral de Santiago,
el templo principal de Chile.
Su arquitectura monumental, su resplandor,
las altas bóvedas, las vidrieras, crea todo un ambiente fantástico de mucha tranquilidad.
Y después continuamos nuestra caminata y lo hacemos pasando junto al curioso edificio comercial Edwards,
una bella obra modernista con fachada y pilares de hierro forjado.
De aquí salimos al Paseo Ahumada.
Esta calle peatonal del centro histórico es una de las principales atracciones turísticas.
Siempre hay gente, músicos, artistas y todo tipo de personajes singulares.
Cuatro, cinco, seis, siete y ocho ángulos.
Los números se inventaron según la cantidad de ángulos que posea la figura.
Curiosa teoría.
A ambos lados de la calle hay todo tipo de tiendas y puestos de comida callejera,
recuerdos e incluso plántulas.
¡Mmm pinchos de carne!
El estómago ya ruge, pero tenemos que seguir adelante.
De camino pasamos por la Iglesia de San Francisco,
la primera iglesia católica de Chile,
construida por orden del propio Pedro de Valdivia.
Nos dirigimos al Cerro de Santa Lucía.
Este oasis verde en el corazón de Santiago es lo que queda de un antiguo volcán de más de 15 millones de años.
En la parte superior hay un parque repleto de estatuas,
escaleras y fuentes, como esta, la Fuente de Neptuno.
El Cerro de Santa Lucía es quizá el lugar más importante de Santiago.
Aquí fue donde Pedro de Valdivia observó desde lo alto el Valle del Río por primera vez y parece que,
fascinado por la belleza de los Andes y de las vastas llanuras,
ordenó fundar la ciudad.
El ascenso a Santa Lucía fue para nosotros una especie de calentamiento antes de subir al Cerro San Cristóbal,
la cima principal de Santiago.
Es cierto que hicimos trampa y usamos el funicular.
En la parte superior se encuentra el Parque Metropolitano y menudas vistas a la ciudad se abren desde aquí.
Con una superficie de 722 hectáreas,
se trata del parque urbano más grande de América Latina y el cuarto del planeta.
Tiene un zoológico, jardines, capillas con estatuas antiguas,
miradores, estanques e incluso un observatorio.
De todas formas, su atracción principal es el Santuario de la Inmaculada Concepción.
Junto a este se alza una impresionante estatua de 22 metros de la Virgen María.
Es el principal símbolo de Santiago y es visible desde muchos puntos de la ciudad.
A los pies de la Virgen hay una pequeña capilla de piedra con frescos de temas bíblicos.
Hasta ella nos conduce el camino de las siete cruces,
una rampa de 130 metros que se eleva suavemente siete metros para que todos,
incluidas personas con movilidad reducida,
puedan visitar el santuario.
Siete fueron los artistas que crearon estas cruces únicas de cuatro metros que decoran las distintas paradas del camino.
La obra representa las siete palabras de Jesucristo.
E invitan a reflexionar sobre lo eterno.
Este bello lugar ha supuesto un perfecto final para nuestro mini viaje por Santiago de Chile.
La verdad es que un solo día nos ha dado para ver cosas extraordinarias.
Eso sí, honestamente, estamos agotados, así que esperamos que os haya gustado.
¡Muchas gracias por vuestra compañía!
Ahora lo tenemos todo preparado para salir mañana hacia un viaje muy emocionante.
No os olvidéis de suscribiros a nuestro canal para no perderos las siguientes aventuras del Vlog de Una Mochila.
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