西语助手
2024-11-27
Como cada año, he vuelto a Ourense para pasar las vacaciones con mi familia.
Tras un viaje que me parece interminable, me subo al bus y, de repente, escucho... "Vindeira Parada, Ponte Nova".
Es decir, próxima parada, puente nuevo.
Cuando escucho estas palabras, se me dibuja una sonrisa en la cara.
Por fin estoy en casa.
"Vindeira Parada, Ponte Nova".
Han escuchado bien.
La voz no ha dicho Próxima Parada, Puente Nuevo.
¿Cómo sería en español?
Aquí todo el mundo, incluso el bus, habla en gallego.
El gallego es mi lengua materna y una de las dos lenguas cooficiales de Galicia junto al español.
Puede parecer poca cosa, pero el hecho de que pueda escuchar mi lengua en el bus significa mucho para mí y es el resultado del largo camino que han tenido que recorrer nuestras lenguas para ocupar el espacio público.
Este viaje, a lo largo de los siglos,
está lleno de guerras dinásticas, reinos en apogeo y en decadencia, represión...
Pero, para no perdernos en la historia, vamos a centrarnos en una parada clave de este viaje.
La Constitución de 1978, la primera después de la dictadura de Franco.
Este documento establece que el castellano,
la lengua de la antigua corona de Castilla,
es la lengua oficial de todo el Estado,
pero que las otras lenguas podrán adquirir este estatus en sus respectivas comunidades autónomas si así lo solicitan.
En 1979, Cataluña y Euskadi inauguran el camino a seguir al reconocer el catalán y el euskera como lenguas oficiales.
Galicia las sigue en 1981 con el gallego.
Después, la Comunidad Valenciana con el valenciano,
Nafarroa con el euskera y les Illes Balears con el catalán.
Incluso la Val d'Aran, en los Pirineos de Lleida, reconoce el aranés, una variante del occitano.
Si han estado atentos, habrán entendido entonces que en España existen cinco lenguas cooficiales en sus respectivas comunidades autónomas.
De hecho, desde hace poco, durante las sesiones del Congreso,
los diputados tienen la libertad de hablar en una de estas lenguas autonómicas.
Deberían ver cómo se precipitan para ponerse sus auriculares cuando un compañero vasco tiene la palabra.
Y sí, todas estas lenguas autonómicas cuentan con interpretación.
Bueno, además de estas cinco lenguas, también existen otras lenguas protegidas por la ley.
El asturiano y el gallego asturiano en Asturies,
el aragonés en Aragón, la fala y el extremeño en Extremadura y el leonés en Castilla y León.
Pero esperen, porque no es todo.
También están las lenguas que aún no son oficiales,
pero que lo esperan ser algún día.
El amazigh, en Melilla, el árabe, en Ceuta, el portugués, en Extremadura,
y el caló, la lengua de los gitanos españoles,
sin olvidarnos de las lenguas de ciertas comunidades inmigrantes,
como el rumano y el árabe.
En resumen, no le digáis a un gallego o a un asturiano que su lengua es un dialecto del español,
os saltará el cuello.
Estamos tocando una cuestión muy sensible y muy politizada en nuestro país.
Sé que a vosotros, los franceses, con vuestro estado centralizado,
todas nuestras lenguas y comunidades os son difíciles de comprender o extravagantes,
pero son una parte importante de nuestra identidad.
Los alemanes, con su Estado federal, tendrán menos dificultades para seguirme.
Sus "Länder", sus regiones, gozan, como en España, de muchas competencias.
Pero, a pesar de que estas regiones están orgullosas de sus particularidades lingüísticas,
no las reivindican de manera oficial como nosotros.
Sí, estamos orgullosos de nuestras lenguas,
de su presencia en nuestro día a día,
nuestras escuelas, universidades, literatura,
redes sociales, supermercados, televisiones, etc.
Con todo, también hay que reconocer que,
a pesar de las leyes, nuestras lenguas son cada vez menos habladas.
Es una pena, porque, como entenderán,
expresan la diversidad y la inmensa riqueza de identidades culturales de España.
Solo me queda decir, "Deica logo", hasta luego, en mi lengua.
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