西语助手
2020-04-19
Hay 300.000 millones de estrellas en nuestra galaxia.
Hay cientos de miles de millones de galaxias en nuestro Universo.
Es muy posible que haya más Universos de los que nuestra mente pueda imaginar.
Nuestra vida es insignificante, pero tranquilos, el desayuno de un genio le puede dar sentido a todo este tinglado.
Séptima entrega de La Mejor Receta de la Historia, la primera dedicada a un científico.
Sin ninguna duda, Albert Einstein fue el científico más famoso e influyente del siglo XX. Ganó el premio Nobel de Física en 1921 y revolucionó nuestra visión del mundo y, especialmente, del Universo con sus teorías, en principio acogidas tibiamente, pero que poco a poco fueron confirmándose.
Un joven de 26 años, que trabajaba en una oficina de patentes, fue capaz de descifrar misterios de la física como la velocidad constante de la luz, la equivalencia masa-energía, la existencia de las moléculas o el efecto fotoeléctrico.
Todo ello por su cuenta y con la única ayuda de la matemática Mileva Maric, su primera esposa.
Luego desarrollará la célebre teoría de la relatividad que lo hará mundialmente famoso, aunque en el fondo casi nadie la entienda.
Ni antes ni ahora.
De origen judío, el auge del nazismo en Alemania propició la marcha de Einstein a Estados Unidos en 1932, justo un año antes de que Hitler ascendiera al poder.
Se va con su prima y segunda mujer Elsa, dejando atrás a Mileva y sus dos hijos.
Como cualquier mortal, Einstein tenía sus manías.
Una de ellas era dormir 10 horas, lo que supuestamente podría estimular aun más su inteligencia.
Otra, no llevar calcetines.
Una menos extraña: no tener coche e ir caminando hasta el trabajo.
Y una gastronómica: desayunar cada día dos huevos fritos.
Y esa es la receta que vamos a hacer, su desayuno habitual en USA y comida favorita: tostada de huevos fritos con champiñones.
Un plato típico americano, vegetariano, muy fácil de preparar e ideal para empezar el día con la energía a tope.
Como no podía ser de otra manera, si tengo que recrear una receta estadounidense nadie mejor que Martha Stewart, así que voy a adaptar una de sus recetas.
Voy a utilizar en total 300 g de champiñones, podéis utilizar portobello, champiñón blanco o ambos como va a ser mi caso.
Lo primero que vamos a hacer es limpiar los champiñones, ya sabéis que si los limpiamos bajo el grifo absorben mucho agua, así que tenemos dos opciones.
O bien los pelamos ayudándonos con un cuchillo. . .
¿Veis?
Queda impoluto.
O, en el caso de los portobello que me gusta que mantengan su color, le cortamos un poco el pie y nos ayudamos de papel de cocina mojado para limpiar los restos de tierra.
Una vez limpios, los cortamos en láminas o los partimos por la mitad y cada mitad en 4 o 5 trozos dependiendo del tamaño del champiñón.
Lo que sí que hemos de intentar es que todos los trozos sean más o menos del mismo tamaño.
Se dice de Einstein que era un tipo sencillo, de vida austera y gustos nada refinados, y que su pasión era su trabajo como físico y profesor.
Pero lo cierto es que su fama era enorme, lo que hizo que viajara constantemente, ya sea para dar conferencias o para acudir a actos públicos, donde se codeaba con todo tipo de mandatarios y celebridades.
Uno de sus encuentros más recordados fue con el gran Charles Chaplin, con quien compartía su pasión por la música.
A Chaplin tenemos que dedicarle un episodio de esta serie, otro genio en su campo, el cine, y con una vida tan apasionante (o más) que la de Einstein.
Más curiosidades: Aunque declarado pacifista, una carta suya al presidente Roosevelt inició el proceso de creación de la bomba atómica.
Eso sí, finalmente no participó.
La lista de amantes y aventuras varía según la fuente consultada, pero está claro que la fidelidad no era su mayor virtud.
Y otra más: El todopoderoso director del FBI John Edgar Hoover lo investigó durante años, obsesionado y convencido de que era comunista.
Ponemos una sartén al fuego con un chorrito de aceite de oliva virgen extra.
Pelamos un ajo y lo picamos muy finamente.
Lo echamos a la sartén y dejamos que se sofría a fuego medio-bajo, no se ha de dorar mucho que si no amarga.
Cuando empiece a cambiar de color incorporamos todos los champiñones y salamos al gusto.
Vamos removiendo de vez en cuando para que se vayan cocinando todos por igual.
¿Veis toda la cantidad de agua que tienen?
Y eso que no han estado en contacto con el agua, imaginad si los llegamos a lavar.
Cuando se haya evaporado el agua ya estarán prácticamente hechos.
Incorporamos las hojas de espinacas baby, unos 50 g.
Estas espinacas se hacen superrápido.
Removemos para que se mezclen con los champiñones y hacemos tres o cuatro huecos para echar los huevos.
Cascamos el huevo en un bol y lo echamos en uno de los agujeros que hemos hecho.
Cascamos y añadimos un segundo y tercer huevo.
Echamos un poquito de sal a cada huevo y dejamos que se cocinen a fuego medio.
Echamos unas escamas de chile que creo que le van a ir genial, si no tenéis escamas de chile le podéis echar pimentón picante, el toque picante le va genial a este plato.
Podríamos comerlo directamente en la sartén al más puro estilo del salvaje oeste, pero voy a optar por servirlos en una rebanada de pan tostado, que es como se suele servir para desayunar.
¡Qué pintorra!
Y ahora lo mejor de hacer los vídeo: ¡a comérselo!
Einstein era un vegetariano teórico.
Sin embargo, no fue hasta los últimos años de su vida que también lo fue en la práctica.
Comió carne y pescado, aunque en alguna ocasión dijo que siempre lo hizo con cierto cargo de conciencia.
Se sabe que le gustaban los espaguetis, la sopa de lentejas con salchichas, las espinacas y las fresas con nata.
Murió el 18 de abril de 1955 a los 76 años de edad.
Fue incinerado ese mismo día para evitar un funeral multitudinario, pero su cerebro fue previamente extraído y ocultado para su estudio.
Una última curiosidad en la vida de uno de los mayores genios, sino el que más, de la historia.
Nos vemos en la próxima receta, no faltéis.
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