西语助手
2022-08-15
El poder de la palabra.
A veces no sabemos cómo nuestras palabras pueden influir tanto en los demás como en nosotros mismos.
Hola, mi nombre es Rebeca Schürenkämper y hasta hace poco yo pensaba que no era una persona inteligente.
Año tras año me creí la idea de que no lo era y que no iba a poder lograr absolutamente nada relevante en mi vida.
¿Qué van a decir de mí?
¿Qué van a pensar?
¿Soy capaz?
¿Ellos qué harán?
Ellos cambiarán al mundo, pero yo también quiero cambiar el mundo.
Quiero dejar mi marca en algún lugar.
¿Y cómo debo hacer eso si mis profesores ya me dijeron que dedicarme a lo que quiero no es relevante?
Tal vez, no era lo mejor algunas materias, pero en algunas otras sí, y no lo notaban.
Incluso mis compañeros me lo decían.
Y no los culpo.
Es lo que nos han enseñado y yo lo permití.
Y pues ¿ellos iban a cambiar al mundo?
Ni siquiera lo preguntaba.
Lo afirmaba.
Les puse esas palabras y yo me puse otras.
Me importaba tanto que ni siquiera estudié la carrera que realmente quería estudiar.
No sé si ustedes sabían,
pero el 80 % de los estudiantes no sabe qué carrera elegir al terminar el colegio.
Y cómo no, pues cuántas veces no escuchamos a alguien decir:
"Es que mi papá quiere que estudie una carrera real".
O también de papel de la mujer que quiere estudiar, no sé, una ingeniería:
"Esa no es una carrera para mujeres".
Y viceversa.
"Esa no es una carrera para hombres", en algunas otras carreras.
¿Cuántas veces no escuchamos cómo hacen menos una carrera artística, música?
Etiquetándolas como en un género.
O si es de inteligentes:
"que ésta no es para alguien que no es tan inteligente".
Incluso desprestigiando y comparando universidades.
A la hora de elegir una carrera, el 40 % de los jóvenes mexicanos se equivocan
y esto es porque se ven más motivados por el prestigio y la presión que dan tanto los papás como los amigos,
haciendo a un lado sus capacidades y deseos.
Pero siempre decimos que los jóvenes son el futuro.
Queremos que lo sean, ¿no?
Son el presente.
Ellos ya están haciendo el futuro.
Cómo van a ser el presente si ellos no lo saben,
si seguimos utilizando estas palabras de fracaso y de rechazo con ellos.
Pues que decidimos la inteligencia como una forma de ser,
como si tuvieras que tener una personalidad y un aspecto físico adecuado para ese papel.
Por eso dudamos de quiénes somos, de las habilidades que tenemos.
Pues, bueno, para todo esto, ¿qué es inteligencia?
A lo largo de los años han sido muchos los que han definido el concepto de inteligencia.
Algunos dicen que es el resolver problemas, otros que razonar, entender.
Y... pues realmente no hay un acuerdo en cuanto a la definición de inteligencia.
Sin embargo, el psicólogo Howard Gardner ideó la teoría de la inteligencia múltiple,
la cual defiende que existen diferentes tipos de inteligencia y que cada persona puede desarrollar más uno u otro tipo.
Hay tantas y nos enfocamos en tan pocas, y en cosas absurdas,
que nos olvidamos de las capacidades y de los sueños que tenemos.
Aunque tengas un hermano gemelo y vivas en la misma casa, en la misma cama,
los mismos papás, la misma educación y los mismos amigos,
los dos vais a tener tipos de inteligencia diferentes.
Pues es que hay que entender que el tiempo y el aprendizaje son relativos.
Que una persona tenga 35 años no quiere decir que haya aprendido menos que una de 50.
Todos tenemos experiencias de la vida completamente distintas y dependen de absolutamente todo:
de la familia, de la escuela, la educación, los amigos.
Y eso hace que tengamos capacidades y habilidades diferentes.
Y no define nuestra inteligencia.
Creemos y hacemos creer que los jóvenes no tienen la capacidad de aprender y de destacar.
Los frenamos.
No les damos oportunidad de demostrarlo y se los decimos en la cara.
Con todo esto me vienen dos historias.
Hay talentos como Billie Eilish que a sus 17 años ya era reconocida mundialmente como una de las mejores cantantes del mundo.
En los Grammy ella rogaba por no ganar porque sabía que la atacarían.
Incluso se veía como le hacían zoom y ella salía rogando y rogando que no quería ganar,
porque para muchos ella no tenía la experiencia.
Ella no merecía ese reconocimiento por su corta edad.
Las palabras que usaban contra ella eran tantas y tan negativas que ella misma creía que no lo merecía cuando sí.
O, por ejemplo, la otra historia que se me viene a la mente es de una chava de 26 años,
increíble en su trabajo.
Le costó mucho llegar a donde está.
Le tocó la experiencia ahora de ser jefa donde ella es la más joven.
"¿Si sabes que él podría ser el jefe?
O sea, él tiene como 39 y ella tendrá como 25, ¿no?"
Ese fue uno de los comentarios que dijeron de ella por ser jefa.
Porque no entendían como una persona de su edad podría tener un puesto así.
Y estas dos historias me llevaron a entender algo muy importante.
Aterra, aterra mucho saber que ya no fuimos nosotros.
No sólo creemos que nuestro tiempo de cumplir nuestros sueños ha terminado,
sino que también frenamos los sueños de los jóvenes.
Es que vemos a alguien de 57 años queriendo aprender algo nuevo y nos brinca.
Creemos que ya lo debió haber aprendido todo.
Pero a la vez vemos a un joven que ya ha aprendido y que tiene muchas capacidades y lo frenamos,
porque creemos que no tiene la experiencia.
Nos prohibimos crecer y dejar crecer.
El tiempo y el aprendizaje son relativos.
Yo pensaba que no era una persona inteligente y que se me había acabado el tiempo.
Y lo confirmé una vez en una fiesta donde viví una experiencia.
Estábamos jugando un juego.
Era un juego de votar y de señalar, ¿no?
Y decíamos: "Ay, ¿quién es la más bonita?" y señalaban.
"¿Quién es la más fiestera?"
Y por mí, votaron por la más tonta.
Usaron el poder de la palabra de una forma tan negativa que me lo creí.
Tuve todos los votos.
Me puse esa palabra.
Decidí usarla y creer que no haría nada relevante en mi vida.
Olvidé todas mis capacidades.
Cuando recordé esta historia entendí que fui parte de ese 40 %.
El poder de la palabra que tenemos es enorme.
Fui parte de ese porcentaje que eligió una carrera por los amigos y no por sus capacidades.
Pensaba que mi tiempo de poder hacer algo importante había terminado,
incluso todavía me pasa,
venga, lo que me dedico: redes sociales, fundaciones.
Creen que no es algo importante.
Que es imposible y absurdo que haya algún tipo de inteligencia ahí.
Esto hizo que yo sola me presionara y caí en una crisis de ansiedad,
porque no entendía que existían los tipos de inteligencia.
Tal vez la había escuchado, pero no lo había entendido:
y que cada uno es igual de importante e increíble a su manera.
No me consideraba relevante.
Pensaba que no tenía capacidades de ser algo increíble.
No sabía que lo que hacía era igual de importante que los demás.
Hasta que un día me llegó el mensaje de una seguidora donde decía que gracias a mí y gracias a la fundación de la que soy parte,
su hermana no se suicidó.
Salvamos una vida.
Y ahí aprendí.
Yo quería cambiar al mundo sin entender que ya lo estaba cambiando.
Pensaba que no era inteligente,
pero me di cuenta de que cada tipo de inteligencia,
cada pequeña acción y cada palabra son relevantes para ti,
para mí y para el mundo.
Que tal vez yo, siendo joven, no seré el futuro en ciencia,
pero sí con mis palabras.
Tal vez no cambiaré al mundo, pero cambiaré al mundo de una persona.
Y ahora estoy aquí, lográndolo.
Contando mi experiencia, celebrando mi inteligencia y la de los demás.
Porque todos venimos aquí a compartirla y cambiar el futuro juntos.
Unos enfocados en ciencia, otros en emociones, otros en la vida.
Y tú, ¿en qué te enfocas?
¿Cómo usas el poder de tu palabra?
Porque como Albert Einstein dijo:
"Todos somos genios,
pero si juzgas a un pez por no poder subir a un árbol,
vivirá toda su vida pensando que es un inútil".
Gracias.
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