西语助手
2024-02-11
Hola viajeros, bienvenidos al Vlog de una Mochila, tu guía en un mundo de fantásticas aventuras.
En esta ocasión visitamos Portugal.
Así es, hace nada estábamos muy cerquita.
Después de pasarlo genial por el sur de España,
no he podido desaprovechar la oportunidad de enseñaros el país luso.
En esta tierra nos podemos sentir como en casa, es tan distinta y tan parecida al mismo tiempo.
La experiencia ha durado solo tres días, pero menudos tres días.
Claro que no he podido abarcar todo el país, pero lo que he visto me ha enamorado hasta las trancas.
¿Y qué he hecho?
Por supuesto escuchar fado bebiendo un buen oporto.
Y es que esta música emotiva y melancólica le pega tan bien al intenso vino del Alto Duero.
El Oporto es un auténtico símbolo del país.
Tanto más que los gallos y la selección nacional.
Pero Portugal no es sólo vino y fútbol,
es el océano, los coloridos pueblos de pescadores,
el espectacular patrimonio, los paisajes y,
cómo no, su comida.
En este país nos esperan para ser descubiertos tantos tesoros que al llegar ya nos empezamos a sentir como un navegante portugués.
¡Bienvenidos a bordo!
Partimos en un emocionante viaje a la capital de Portugal,
Lisboa, ciudad de calles estrechas y casas tradicionales llenas de azulejos.
Junto a ellas retumban a su paso los famosos tranvías amarillos.
Nuestra primera parada, tras una larga navegación,
es el Parque Eduardo VII, en el corazón de la capital.
Fue concebido para que uno pudiera relajarse al máximo en un entorno idílico de árboles frondosos y verde hierba.
En la parte superior hay un mirador sobre el que ondea la bandera portuguesa más grande del país.
Sólo con verla comienzas a sentir el gran orgullo propio que tiene esta nación.
Y es un gran sitio para la foto.
Subiendo un poco nos encontramos con el encantador jardín de Amalia Rodríguez,
la legendaria cantante de Fado.
En el centro de este oasis hay un lago donde se celebran conciertos de música y desfiles de moda,
en los que las modelos parecen deslizarse sobre el agua.
Esta superficie, que parece un espejo, crea una atmósfera totalmente relajante.
Y aunque pueda parecer que los aviones que nos sobrevuelan quiebran la tranquilidad del sitio,
en realidad solo añaden más encanto a Lisboa.
Por la cercanía del aeropuerto de Portela,
los pájaros de hierro surcan constantemente el cielo,
entrando y saliendo hacia cada rincón del planeta.
Es un espectáculo maravilloso que le da a esta ciudad dinamismo y romanticismo en dosis iguales.
Bueno, ya hemos descansado, entonces es hora de seguir explorando Lisboa.
¿Y qué es esta extraña estructura de hierro parecida a la Torre Eiffel?
Pues, lo creas o no, es un ascensor que ha servido para conectar las partes inferior y superior de la ciudad desde el siglo XIX.
El caso es que Lisboa se levanta sobre siete colinas y pasear entre ellas no es tarea fácil,
pero ayudan mucho sus famosos tranvías,
los ascensores y las escaleras mecánicas.
Si lo prefieres también puedes subir los 45 metros de altura por una escalera de caracol y desde aquí admirar los preciosos tejados del centro histórico.
Por cierto aventureros, ¿cómo va el miedo a las alturas?
¿Superado?
Entonces vamos a seguir hasta el otro lado del río Tajo,
por este alucinante puente y a subir al monumento del Cristo Rey.
Es una de las estatuas más altas del mundo,
con un total de 110 metros tiene mucha más altura que el famoso Cristo Redentor en Río de Janeiro.
En el interior hay un ascensor que lleva a los visitantes a la plataforma de observación.
Aquí Lisboa se extiende ante ti.
Como un libro abierto lleno de historias maravillosas.
Debajo está el río Tajo y allí está el puente por el que hemos cruzado para llegar.
Es el Puente 25 de Abril, uno de los sellos distintivos de la capital portuguesa y que conecta su costa norte con la costa sur de Almada.
¿Os recuerda algún otro sitio visto desde aquí?
Definitivamente se parece mucho al Golden Gate de San Francisco.
¿Y bien, aún no se nota el cansancio?
Entonces vamos a dar un paseo por la noche lisboeta y descubramos qué podemos cenar después de un día tan ajetreado.
¡Vaya, qué tenemos aquí!
Lisboa es famosa por sus productos frescos del mar y muchos bares y restaurantes ofrecen la pesca del día,
desde ostras y langostas hasta sardinas y merluza.
Y este es el famoso postre portugués,
pastel de nata, un aromático pastel de crema con la parte superior caramelizada.
Probablemente me tome dos.
Después de un día inmerso en el bullicio de la ciudad, tocaba relajarse un poco en Ericeira.
Sus 40 preciosas playas son de otro mundo y merecen una atención especial.
Hoy en día este antiguo pueblo de pescadores es la meca del surf.
Pero aunque no te gusten las olas, relajarse en su arena bajo el cálido sol y con la agradable brisa marina no tiene precio,
como tampoco lo tiene dar un paseo por los alrededores.
Allí se puede observar el majestuoso cañón de la bahía, las ruinas del fuerte y la iglesia local.
Todo nos muestra el riquísimo pasado de Ericeira.
Recargados de energía y vitamina D, seguimos adelante hacia el Cabo da Roca.
En el camino echemos un vistazo al Hotel Fortaleza do Guincho,
ubicado en un antiguo fuerte, con sus muros,
torres y patios.
¡Qué lujo y belleza!
La verdad es que me encantaría pasar aquí la noche.
Pero no es momento de descansar, porque delante de mí se encuentra el Cabo da Roca,
el punto más occidental de Europa.
Estos acantilados, siempre azotados por el viento,
fueron considerados el fin del orbe hasta finales del siglo XV.
La gente acude aquí para alucinar con la belleza de los escarpados acantilados y el poder de la mar.
Y para sentirse como un auténtico explorador,
en el Cabo da Roca hay un monumento de piedra coronado por una cruz.
En él se puede leer la definición que hizo del sitio el famoso poeta luso Luis Camões.
Este es el lugar donde termina la tierra y comienza la mar.
¿Seguimos con energía?
Entonces agarraos amigos, nos espera un día en plena naturaleza en el Parque Nacional Sierra de Arrábida.
Nuestra primera parada es el histórico Castelo de Palmela.
Ahora este castillo alberga un hotel de lujo con un gran restaurante y unas vistas impresionantes del parque.
Imagínate cómo disfrutaban de estos magníficos paisajes los caballeros y la realeza.
Pues ahora lo podemos hacer nosotros también.
Por cierto, si te gusta la historia, no olvides visitar el Museo de la Primera Guerra Mundial.
Aquí podrás conocer y apreciar muy bien el coraje de las personas que vivieron estos tiempos cruentos.
Por el camino nos detuvimos en el Mirador Norte,
en la cima de la colina, desde donde se abre un panorama increíble del parque y de la superficie infinita del mar.
Con esto no se acaban los atractivos locales.
Cerca, en las afueras de Setúbal, hay otra fortaleza impresionante, el Forte de São Filipe.
Aquí hay una cafetería donde puedes probar unos dulces deliciosos y contemplar las vistas de una isla secreta con hoteles de lujo.
Se rumorea que son propiedad del mismo Abramovich.
Por supuesto, la perla de la Sierra de Arrábida,
una pequeña bahía llamada Portiño de Arrábida y su playa homónima.
Al final, después de tanto trote, me dio hambre y fui al restaurante local Du Portiño,
con increíbles pistas al mar y mariscos no menos increíbles.
Totalmente recomendable.
Todo lo bueno llega a su fin, pero ¿recuerdas lo que dije sobre Loporto al principio?
No estaba bromeando.
Antes de irme de Portugal, no pude evitar visitar la antigüísima bodega José María da Fonseca,
fundada en 1834.
Para brindar por la vida,
las nuevas aventuras y los descubrimientos,
hay pocos lugares mejores.
Dejemos que sea, además, el broche de oro nuestro viaje a Portugal.
Todo lo que te he contado hoy es solo una pequeña parte del maravilloso encanto de este país.
Estoy seguro de que pronto regresaré para enseñarte mucho más.
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Muchas gracias y hasta pronto viajeros y viajeras del mundo.
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