西语助手
2019-08-15
Ésta es la tierra.
Y esta porción de acá es el Amazonas.
Aunque parece una porción pequeña en relación con el resto del planeta lo cierto es que cumple un papel enorme para la vida por su participación en el ciclo del agua y en la regulación de la temperatura.
Vamos a hablar sobre esto y del papel que tiene la vida animal para ver la importancia de garantizar la conectividad entre la Cordillera de los Andes, la Amazonía y el Océano Atlántico.
Una metáfora muy usual para referirse a la selva del amazonas es la del pulmón por su intercambio de oxígeno y dióxido de carbono con la atmósfera, algo fundamental para que todos podamos respirar.
Sin embargo la selva va mucho más lejos tanto así que sin ella gran parte de América del Sur sería un desierto.
Pero ¿por qué?
Empecemos por señalar que el agua se acumula sobre todo en los océanos y si viene el calor del sol la evapora y la sube por los aires es necesario que el viento empuje el vapor tierra adentro.
De otro modo el agua no llegaría a los continentes.
Moriría la vegetación y se secarían grandes extensiones.
La manera como el Amazonas entra en juego acá es precisamente generando esos vientos y reteniendo el agua en tierra.
La idea es fascinante y nos lo explica una hipótesis conocida como la bomba biótica:
La hipótesis sostiene que los bosques son los principales responsables de los vientos porque la transpiración de los árboles genera un vapor que cuando se enfría se condensa.
La condensación disminuye la presión del aire y entonces se crean vacíos que succionan aire de los océanos hacia el continente.
Este proceso realizado a la escala de 600 mil millones de árboles que hay en el Amazonas produce fuertes vientos de aire húmedo casi como ríos voladores provenientes del atlántico y así se generan las nubes y la lluvia que hidrata el continente.
Ahora dentro del continente aparecen Los Andes.
Ellos reciben el agua que traen los vientos, ayudan a retenerla con su vegetación y la distribuyen por toda la tierra con los ríos.
Y los ríos llevan el agua de vuelta al Océano Atlántico para que el proceso se repita.
Eso en cuanto al ciclo hidrológico.
Ahora consideremos la temperatura.
Sabemos que el dióxido de carbono actúa como una barrera que impide que el calor salga de la tierra.
Éste es el famoso 'efecto invernadero'.
Pues bien, los árboles contrarrestan dicho efecto absorbiendo el dióxido de carbono de la atmósfera a través de la fotosíntesis.
Con esto, y con los sumideros de dióxido de carbono bajo tierra, el Amazonas anualmente le quita a la atmósfera más de un billón de toneladas de este gas, ayudando a contrarrestar el calentamiento global que es consecuencia de nuestra sobreproducción de gases de efecto invernadero.
Por otro lado el Amazonas también regula la temperatura creando nubes.
Pues las nubes, especialmente las que son bien blancas, reflejan la luz del sol, y así, impiden que llegue hasta el suelo y nos caliente en exceso.
El bosque frondoso del Amazonas guarda bajo sus raíces grandes cantidades de agua, y entonces, a través de la evaporación y la transpiración de las plantas genera siete veces más vapor que el océano, es decir, muchas más nubes que reflejan más luz solar.
En resumen: regular la cantidad de oxígeno y de dióxido de carbono, mantener la temperatura dentro de ciertos rangos y participar en el ciclo del agua generando los vientos y reteniendo el agua en la tierra son algunas de las funciones que la amazonía realiza de manera integrada con el Océano Atlántico y con la cordillera de los Andes.
Sin embargo todavía no tenemos la imagen completa.
¿Qué nos puede faltar?
Nada más y nada menos que la vida animal.
Todos hemos oído por ejemplo de la importancia de las aves para diseminar las semillas de los árboles, pero cada animal, cada planta, cada insecto, también los hongos y los minerales, todos realmente cumplen un papel importante en los procesos físicos, químicos, y biológicos de la tierra porque pensando desde una perspectiva más amplia la tierra es un solo sistema, un organismo que se regula a sí mismo.
Cada entidad que la habita es entonces una parte del engranaje completo del gran organismo planetario y por eso de la participación de cada uno depende la resiliencia del todo.
Los animales hacen una contribución notoria con sus posibilidades de desplazamiento y con sus metabolismos, pero hay un animal bastante particular, capaz de transformar de maneras nunca antes vistas la tierra: el hombre.
El mundo está poblado por distintas culturas con prácticas y creencias diversas.
Los indígenas del amazonas y también el hombre occidental son grupos humanos que como todos hacen parte del gran organismo planetario.
Pero las prácticas y las creencias de estos dos grupos suponen relaciones muy distintas entre ellos, y el resto de la naturaleza
¿Cuáles han sido sus relaciones con el Amazonas?
Empecemos por los pueblos indígenas.
Si bien hay más de 400 culturas diferentes habitando la selva, lo cierto es que a todas ellas les es común una forma de relacionarse con la naturaleza.
En su pensamiento y sus prácticas, ellos se fusionan con el aire, con el agua, la vegetación, y los animales.
Reconocen pues que sus cuerpos, su vida misma es interdependiente con la selva, y de esta manera se comportan como sus aliados.
Son miles de años de relación entre la Amazonas y los pueblos indígenas en los que la vida ha sido perfectamente sostenible con toda su diversidad.
Y sería un error suponer que lo logran porque no transforman la naturaleza.
Hay evidencia de que una décima parte de la tierra alta de la Amazonas fue suelo fértil creado por ellos, para ser aprovechado.
Se sabe también que han afectado la selección de espécies por su utilidad en la alimentación y los rituales y en todo caso, llegaron a ser millones de personas habitando el bosque.
¿Cómo han logrado ese equilibrio?
Con conocimiento.
En la educación indígena se prepara al individuo para vivir en armonía con el entorno natural y social en que nació.
Ellos se transmiten el respeto por los espíritus guardianes del universo que los llevan a hacer un uso responsable de los recursos, y a entender que el consumo afecta el flujo y la distribución de la energía en el sistema global de forma que sus prácticas son coherentes con estas ideas y buscan mantener el balance que afectan con sus acciones.
Así, por ejemplo, los indígenas del Amazonas solían cambiar la ubicación de sus asentamientos cada 20 años con el propósito de permitir que la naturaleza se regenerará.
¿Y los occidentales? Bueno, su relación ha sido distinta.
En lugar de sentirse como un ser integrado dentro de la totalidad, los occidentales se han concebido de manera separada.
En su proceso de construcción cultural, suelen crear una dicotomía particular entre naturaleza y sociedad.
A la naturaleza, acuden insistentemente en busca de la materia que les permite crear y sostener el espacio que construyeron para sí: la ciudad.
Por eso, el Amazonas ha sido para ellos fuente de madera y petróleo e incluso un estorbo para la ganadería, entre muchas cosas que en últimas destruyen el equilibrio entre la selva y sus habitantes.
Ha sido pues una comprensión insuficiente del equilibrio natural con consecuencias indeseables para la vida misma y sólo hasta ahora el occidental empieza a entender la importancia de que su civilización crezca de manera sostenible.
Precisamente por eso es que hemos empezado una gran discusión ecológica global.
Hoy queremos decir que un paso muy importante en dirección de la sostenibilidad es garantizar la preservación del Amazonas y su conectividad con la cordillera de los Andes y el Océano Atlántico, porque resulta que todas las funciones ecológicas que realiza este ecosistema no las hace sólo como una suma de árboles y ríos ¡de ninguna manera!
El Amazonas, el Océano y la Cordillera deben ser un continuo ecológico a través del cual fluya la energía y la información.
Es decir, que fluyan los ríos terrestres y aéreos el oxígeno, el dióxido de carbono, y otros elementos, la roca sedimentaria, y también la información genética y las prácticas culturales para que todo esto en conjunto garantice la diversidad que da mayor resiliencia al sistema entero.
La labor que se ha hecho hasta ahora ha sido muy importante y ya está cubierto gran parte del territorio que necesitamos integrar en modelos sostenibles.
Los gobiernos han puesto de su parte para crear áreas protegidas y reconocer territorios indígenas pero nos siguen faltando algunas zonas entre esos parches que garanticen la conectividad.
Una conectividad que no sólo fortalecerá los servicios ambientales, la resiliencia del planeta, y la estabilidad climática, sino que nos dará la oportunidad de articularnos con los pueblos indígenas para repensar nuestra relación con la tierra.
¿Cuál es la mejor manera de relacionarnos con ella?
¿En qué consiste nuestra riqueza?
¿De que depende nuestro futuro?
Ésta es una oportunidad que nos puede inspirar para que todos juntos, gobernantes y ciudadanos, busquemos respuestas y tomemos decisiones apropiadas para nosotros como parte de un gran sistema global: nuestro planeta tierra.
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