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¡Tarde de cine, tiktakers!

Estáis en casa con vuestros amigos viendo una película súper interesante, cuando uno de ellos te pide que le pases las palomitas.

Te levantas del sofá y le tiendes el cuenco, momento en el que vuestros dedos se rozan apenas un segundo, pero. . .

¡zas!

Un calambre recorre vuestro cuerpo dejándoos desconcertados. . . y con las palomitas por el suelo.

¿Os suena esta situación, tiktakers?

Se trata de la electricidad estática, un fenómeno que sucede con bastante frecuencia.

Sabemos que todos los objetos están formados por átomos, y estos átomos están compuestos por protones, neutrones y electrones.

Cada uno tiene una carga eléctrica distinta, y como seguro habéis escuchado, las opuestas se atraen y las iguales se repelen entre sí.

¿Y todo esto qué tiene que ver con los calambres que a veces recibimos al tocar algunos objetos?

Veréis: cuando frotamos dos cosas entre sí, lo que estamos haciendo es cargarlas de energía.

Los electrones son las únicas partículas que pueden moverse de un objeto a otro, por lo que con el roce algunos los pierden y otros los ganan, dependiendo del tipo de material del que estén hechos.

Es decir, que después de esta acción uno de los elementos queda con un exceso de energía, y el otro con menos.

Al juntarlos, ambos interactuarán entre sí y liberarán esa energía: si tienen cargas distintas se atraerán, y si son iguales se rechazarán.

Uff, seguro que todo esto os suena un poco técnico, pero no os preocupéis!

Con este sencillo experimento lo veréis más claro.

Uno de los más famosos consiste en inflar un globo y frotarlo a un jerséy de lana.

De esta forma lo cargamos de electricidad estática, de tal manera que si después lo acercamos a pequeños trozos de papel, estos se pegarán a él!

También podemos comprobarlo con ese mismo globo, pero frotándolo a nuestro cabello.

Al levantarlo un poco veremos cómo nuestro pelo se eleva y se pega a él, desafiando la gravedad.

Y cuanto más roce hagamos, mayor será el efecto!

Ahora ya sabemos por qué a veces sentimos esos calambres al tocar algún objeto o a otra persona: es porque una de las partes está pasando su exceso de carga eléctrica a la otra.

Sin duda vivimos en un mundo. . . ¡electrizante!